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El libro y su evolución hacia lo digital

Publicado: 2011-08-12

Después de la música, el cine, la prensa y la fotografía, el libro vive hoy experimentaciones, innovaciones y puestas en red

La digitalización de todo tipo de obras, la difusión masiva de archivos y la prueba de dispositivos de  lectura son aún un universo sin líneas de fuerza y la industria del libro impreso en papel continúa sin el impacto de lo digital. Sin embargo, cada día se producen avances, se abren brechas y se evidencian los cambios vividos por otras industrias culturales.

Una tecnología perfecta

El libro como tal, impreso en papel, representa siglos de mejora, de historia continua y ventajas acumuladas; por cuanto, su evolución y espectro de uso constituyen un capital considerable. Así, podemos reconocer hoy dos cosas: que el libro es prácticamente una tecnología perfecta y, además, que esto es así desde hace  mucho tiempo.

Por su parte, el cine y la música han pasado por muchas redefiniciones con diversos formatos y soportes hasta el punto de poder afirmar que los consumidores nunca tuvieron tiempo de asimilar completamente una solución. Esto no ha ocurrido en el caso del libro.

En este punto podríamos pensar en dos de sus debilidades más evidentes: su vulnerabilidad al agua y al fuego. Sin embargo son las mismas que las de los formatos digitales y a diferencia de éstos, el libro no necesita de ninguna fuente de energía para ser consultada, sus contenidos e índice conforman un sistema de navegación de una simplicidad comprobada, sus páginas ofrecen la posibilidad de plegarse para marcarlas y además, es posible realizar apuntes manuscritos. A través del tiempo, el libro se ha renovado y sigue siendo moderno sin romper con su historia pasando desde las encuadernaciones lujosas hasta las ediciones de bolsillo, conoce de versiones, traducciones, reimpresiones y medios audiovisuales; y aún después, vive una última existencia en el mercado de segunda mano.

Una digitalización antigua

Sin embargo el libro no se ha mantenido alejado de los avances de la tecnología, puesto que fueron las letras las que recibieron desde un inicio las técnicas de digitalización  y el libro ha sido el primer producto cultural enfrentado a las posibilidades que la tecnología ofrecía. Así, el libro inmediatamente sacó provecho de éstas entregando partes completas de su cadena  de producción (composición, corrección, maquetación) cuando la música y el cine aún las ignoraban. Hoy, nadie imaginaría realizar la tarea de edición sin un teclado o sin un procesador de textos; por lo cual, todos los contenidos que hoy se producen están disponibles en formato digital listos para su difusión pero desde Gutenberg, se vierten sobre papel.

Los nuevos soportes

En el caso de la música, se ha pasado de lo sedentario y colectivo al consumo  individual y con frecuencia nómada; en el cine, se ha salido de las salas públicas para desarrollar una versión destinada al hogar. En ambos casos, el soporte ha sido sumamente importante: un iPod delgado, ligero, táctil y de alta definición ha resultado rápidamente asumido por los compradores aunque además de la portabilidad no haya significado una ruptura real con lo que ya ofrecía el mercado.

¿Podrá una herramienta de lectura desencadenar esta misma seducción y propiciar el consumo del libro digital?

El libro digital más que un cambio de soporte

De todos los contenidos sometidos a la digitalización, la del libro parece estar destinada a recibir el impacto más fuerte. Una película, cualquiera sea el formato digital en el que se presente, sigue siendo una película, un contenido lineal y sin añadiduras aunque tenga un menú de capítulos y “bonus”. La música, por su parte, desde su distribución en formato digital, ha pasado del concepto de álbum al de fragmento sin operar ningún cambio drástico en su estructura.

Para el libro, en cambio, todo parece posible: incorporación de elementos multimedia como video y audio, fragmentación del texto, enlaces,  navegación por palabras, información del autor, posibilidad de realizar notas y subrayados, inclusión de diccionarios, traductores, etc. todo este proceso será sin duda el inicio de una renovación de las estructuras y lenguaje de las obras.

Vale aclarar que un libro en PDF o scaneado como los que podemos encontrar actualmente en la red, no son libros digitales sino “digitalizados” y que aunque ya existen en el mercado varios intentos de lectores de libros digitales (“readers” con capacidad de contener hasta 14000 títulos), aún se encuentran huérfanos de contenidos.

En conclusión, seguimos a la espera de esta nueva evolución del libro que seguramente enriquecerá sus contenidos y, gracias a las funciones de  navegación, ofrecerá a los lectores  nuevas y diferentes formas de verlo y disfrutarlo.

Publicado originalmente en PerúEduca

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